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Mostrando entradas de mayo, 2010

Soy

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He llegado a los treinta. ¿Pero sé quién soy? ¿Qué soy? ¿De qué estoy hecho? ¿Cómo me compongo? ¿De qué materiales estoy fabricado, cuáles me conforman? ¿Cuál es mi estructura? ¿Soy una serie de átomos arrejuntados el uno sobre el otro o el espacio que hay entre ellos? ¿Soy huesos, soy carne? ¿Soy una serie de creencias arraigadas en el pensamiento o las que reprocho? ¿Soy mi cerebro o mi corazón? ¿Soy mi alma? ¿Soy lo que busco, lo que deseo, lo que sueño? ¿Soy el resultado de un encuentro amoroso? ¿Soy producto de una concepción? ¿Fui diseñado previamente? ¿Qué me define? ¿Soy todos mis yos? ¿Soy el espacio que ocupo o el hueco que dejo cuando me voy? ¿Cuál de todas mis máscaras es la que realmente me proyecta? ¿Soy informático, cantautor, escritor? ¿Soy mi profesión, lo que estudié, lo que trabajo? ¿Soy lo que he escrito, las canciones que he compuesto, los programas que he realizado? ¿Tengo una personalidad definida? ¿Soy mi pasado? ¿Soy las personas que he amado, las que me han am...

Tocado

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Hoy en día está de moda no creer. El nihilismo es lo de hoy. Si no eres ateo, corres el riesgo de no ser tomado en serio. ¿Pero creer significa ser un tonto? ¿La inteligencia lleva necesariamente al desconocimiento de lo divino? La inteligencia sola, sin un resquicio de humanidad, es frívola. Si a uno le quitaran todas las capas de su ser, como a una cebolla, ¿qué quedaría de nosotros? ¿Nuestra alma a qué se aferraría entonces? La búsqueda personal de Dios a veces toma los rumbos más extraños. Uno de esos caminos puede ser la religión. Otros, el futbol. Podemos atender a la historia de las religiones y adentrarnos en la tradición oral y escrita. Hallaremos entonces ciertas inconsistencias y una que otra verdad engañosa. Las pruebas que ahí se nos presentan son de dudosa calidad. El científico entonces refunfuñará: “necesito pruebas contundentes, tangibles, en donde cada persona en este planeta pueda reproducirlas sin lugar a controversia”, y tiene razón. Al científico le hubiera gustad...

La otra realidad

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Hay sueños encantadores. La vida va tomando sus propios cauces, aunque no sean naturales. Su materia prima es la realidad. Todo cuanto sucede es motivado, la mayoría de las veces, por causas incontrolables, ajenas a nosotros: la vida se abre paso por sí sola. Los sueños, sin embargo, tienen también una cierta dosis de realidad. Nos afectan. Nos conmueven. Nos provocan. Es cierto, no existen, nunca sucedieron, todo se desarrolla en la mente, pero cuán reales pueden llegar a convertirse si estos llevan una fuerte carga de emociones: A veces dejan más enseñanzas los sueños que la propia experiencia. ¿Pero se vale creérsela? ¿Es legítimo sentirlos, vivirlos, aunque no hayan sido más que reflejo de nuestras inquietudes? ¿Tenemos derecho a tomarlos en cuenta? ¡Sí! ¿Por qué no? Un sueño puede alimentar el espíritu. Una noche bien soñada puede reconfortarnos durante varios días. En los sueños a veces proyectamos nuestras fantasías. Todo aquello que no hemos llevado a cabo, pero que deseamos, p...