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Mostrando entradas de noviembre, 2009

Baila como Juana la cubana

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Recibí la llamada como a eso de la una y media. Yo estaba en la oficina, trabajando. “¿Puede venir el domingo?”, me preguntó la señora al otro lado de la línea. “Naturalmente”, respondí sin pensarlo mucho y haciéndome una idea mental de lo que podría ocurrir en aquella audición musical. Era la primera vez que lo hacía. El medio en el que me he desarrollado toda mi vida como cantautor y trovador ha sido distinto a eso: Los bares, los cafés, los teatros, las presentaciones en plazas públicas, la guitarra, uno o dos micrófonos; si acaso unos bongós. Y nada más. Pero esto era diferente. Recordé a mi padre. Su juventud tuvo algunos sobresaltos. Aprendió a tocar los teclados por cuenta propia, sin alguna instrucción profesional, a pesar de que mi abuela era pianista y de las buenas. Cuando papá me contaba sus aventuras, sentía una especie de envidia: amenizaban los bailes, hacían tocadas, fiestas, cantando rolas de la Sonora Dinamita, de los Bukis, ya saben, la pura vida. Pero también me con...

Una posible explicación

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Anoche vi un fantasma. O mejor dicho, lo que en primer instancia y dicho de manera apasionada, sin un mínimo de prudencia, podría ser el resultado de una experiencia sobrenatural. Les contaré cómo estuvo y vamos sacando conclusiones detenidamente. Yo estaba dormido, plácidamente, soñando cosas ricas; no tengo que ser muy explícito al respecto. Cuando de pronto, de la nada (y con un giro absoluto de mi sueño) me encontraba acostado en mi propia habitación, como si aquel otro sueño encantador hubiera terminado y enseguida me hubiera insertado a la realidad, de trancazo. Estaba a media oscuridad, yo tenía las cobijas encima de mí cuando sentí que alguien se me había subido y me aplastaba con su peso. No podía moverme pero al principio no sentí un miedo abrumador, sólo me sentí desconcertado. Pero luego la cobija se corrió un poco y le vi el rostro, estaba casi junto del mío: era un viejo. Prieto, prieto. Y era flacucho, el pobre. Me miraba como indiferente, ni siquiera hacía esfuerzos por...

Décimas polvorosas

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Aquí les dejo estas décimas extraordinarias que mi gran amigo Trejo (cantautor lagunero) escribió generosamente para este blog. Gracias, vato: Por eso entre líneas digo Mi anuncio, mi comercial: Otro maíz al maizal Se suma como testigo. Inauguró un blog mi amigo, Como manda o penitencia. La religión y la ciencia Convergen en este espacio, El papa, Borges y Horacio, Asisten con diligencia En red a este vecindario A esta caja de pandora, Que no excluye ni adora. Pues da lo mismo un sicario Con metralleta o rosario, O un fray comiendo manzanas, Que esconde tras la sotana. Que sirva de suerte, pues, Lo que ha dejado Espinel Y que ensayé esta mañana. Ya con ésta me despido Como invitación formal. A un lado del mezquital, Donde está el cactus erguido, Este buen blog ha nacido. Prepárense pues, de veras, Es zona de tolvaneras Con un punto y blogspot. Venga, señora, señor, Encontrará lo que espera.

Pequeñas dosis de electroshock al cuento clásico

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Es un placer ver, para amantes del cuento como yo, que un libro de relatos salga a la luz pública, y más aún, que dicha colección sea dada a conocer en la región en la que uno vive, en estos tiempos en los que, supuestamente, el cuento, como género literario, agoniza. Son cada vez más los escritores que van mudando de piel y vislumbran en la novela, una forma garantizada de ver publicada su obra. Lamentablemente, las editoriales a nivel nacional e internacional (como Alfaguara, Planeta, por mencionar sólo algunas), les dan la razón: La aparición de nuevos libros de cuentos en las librerías, no digamos laguneras, ni mexicanas, sino globales, es escasa. La atención generalizada de los lectores, por consecuencia, se enfoca en la novela, y de manera simplista —en el peor de los casos—, en la novela comercial, aquella que podemos desechar a la basura sin haberle hecho daño a nuestro sagrado tótem de las letras mundiales. Aquellos autores que aún apuestan por la narrativa corta ven reflejada...

La moral

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Hace poco vi dos películas en el cine que me provocaron un debate interno acerca de hasta qué punto el Hombre puede autoengañarse al vivir sumergido en las profundidades de un mundo moralmente correcto. Se presentan en ellas dos situaciones. Pongan, pues, ustedes atención: Un hombre tiene un romance con una mujer. Parecen ser la pareja perfecta. Se aman. Son, de manera simultánea, el amor de sus vidas; pero una chica se interpone en la relación. Con mentiras, con malos entendidos, “la mala del cuento” provoca que la pareja tenga un rompimiento. Pasan los años, cada quien hace su vida y consiguen nuevos amores: el hombre se compromete con una joven estudiante y la mujer hace planes para irse a vivir con el chico en turno a la bella ciudad de Paris. Todos felices hasta aquí. Hasta que por obra del destino (dirían los románticos), los exnovios se reencuentran. Con ello surgen también los antiguos calores corporales, las viejas sensaciones, los recuerdos punzantes que cosquillean el alma. ...

Forastero

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Lo que descubro en este pueblo no es nada nuevo: cada país, región o ciudad (incluso cada barrio) tiene sus propias costumbres. Las sociedades van estableciendo las reglas de convivencia que sus ciudadanos irán asimilando con el paso de los años, para forjar así, las formas de vida propias de cada lugar. De esta manera, un grupo de habitantes puede tener costumbres distintas a las de su comunidad vecina, no importando que los divida, apenas, una sola calle: las reglas cambian con pasar de un ámbito a otro. Allende, Nuevo León (ciudad a 45 mins. de Monterrey y lugar donde ahora radica un servidor) no escapa a estos conceptos de territorialidad. Sus pobladores han establecido a lo largo de su existencia una serie de reglas no escritas que se tienen que acatar sin excepción —aunque no formen parte de las leyes de gobierno—, pues se corre el riesgo, de no hacerlo, de ser rechazado socialmente (en el mejor de los casos) y ser visto con malos ojos ante la moral ya establecida. Esto es muy co...

La bienvenida

Novia, familia, amigos, desconocidos, prófugos de la justicia, vouyeristas, señor interventor de la Secretaría de Gobernación, vatos y vatas, gente sin quehacer... Queda oficialmente inaugurado este espacio [escuela, deportivo y/o parque de entretenimiento] para su insano esparcimiento. ¿Para qué? Pues para parlotearles un poco de lo que sé o creo saber más o menos bien: sobre mi vida, la literatura, la música, y una que otra burrada que vea por ahí y que me parezca interesante chismearles. No seré ambicioso: los grandes temas se los dejo a los sabiondos... Prometo lanzar por lo menos un texto semanalmente, es decir, los textos saldrán calientitos los lunes por la mañana; o depende: si ando de buenas, pues unos dos, manquesea... Sale, pues, espero no desperdiciar (de forma lamentablemente) los 5 minutos que le dediquen a la lectura de este blog... ¡Adiós, Nicanor!