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Mostrando entradas de enero, 2013

Carta abierta y amorosa a mis padres Juanis y Salvador

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Nunca se está tan a merced del mundo como cuando se nace: uno llega desnudo ante el frío, sin cobija, sin armas, sin garras y sin un pelaje cálido para protegerse, con la suerte echada y con la mayor de las incertidumbres: ¿Qué me espera allá afuera? ¿Con qué me encontraré? ¿Quién me recibirá? ¿Habrá cuatro brazos cálidos esperándome para entibiar mi frágil cuerpo? ¿Sólo dos? ¿Ninguno? Nacer puede convertirse en la primera y mayor desgracia para un ser humano; y cuando la vida se desarrolla en condiciones adversas, cuando va cobrando forma y nos va pegando en los cachetes el aire helado de la realidad, vamos formándonos la idea de que ese dios del que vagamente escuchamos hablar en los pasillos de un reformatorio, tiene a unos cuántos favoritos en los lugares más cómodos, con todo dispuesto. Y es entonces que la vida se convierte en un infierno. Es entonces que actuamos con odio, con resentimiento, y vamos transitando por un mundo que no tiene sentido pues nunca habremos de conocer ...