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Mostrando entradas de julio, 2010

Avalancha del crimen

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Supongo que todo comenzó así: Desde el comienzo de los tiempos hubo maldad. Desde la más primitiva, cuando un molusco le robaba el bocado a otro, hasta la más vil, cuando un hombre cruel con una quijada de burro asesinaba a su propio hermano. Así comenzó la avalancha del crimen, esa maldita violencia que ya nadie podrá detener. Sin un plan determinado, sin un guión, el crimen comenzó a fraguar una carrera muy redituable a la que todos, en distintas épocas de la historia, hemos ayudado a cristalizar. La maldad no existe, es cierto. Es un concepto propio del Hombre. Sin embargo, es real. Se expande como el universo. Engaña a los débiles, que quieren pasar por valientes, y a los cobardes: a ellos, los seduce con la idea de poder. Por eso no es raro ver a jóvenes involucrados en el crimen organizado, chiquillos sin idea de lo que están haciendo, sólo dejándose llevar por un instinto primitivo, el de querer sentirse con más poder, ser alguien en el ámbito donde se desenvuelven. ¿Y qué es el...

La Gran Paloma

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Nos gustaba tronar palomas en el barrio. Comprábamos de las grandes, de las de a veinte pesos, esas de papel y pólvora, triangulares, con la mecha (las tripas) saliéndosele de las entrañas. Las encendíamos y las poníamos debajo de un bote de tornachiles: Después de unos segundos de angustiante espera, tronaba pero bien hermoso. La explosión era terrible. Si alguno de nosotros se nos ocurría ir a asomarnos para ver por qué no había tronado (porque a veces sucedía que la mecha no agarraba) podía ser fatal. De hecho conocíamos la leyenda de aquel niño que había perdido su mano por el estallido de un cohete; por eso les teníamos respeto. Y esto viene precisamente al caso porque he tratado de imaginar qué tan terribles o violentas pueden ser las explosiones de mayor magnitud, como las supernovas, si las palomitas que tronábamos en la calle eran, ya de por sí, muy estruendosas. En esta difícil y compleja realidad, existen distintas clases de explosiones: Desde las más ligeras como las ceboll...